viernes, 27 de noviembre de 2009

Manifiesto contra la Violencia de Género




Manifiesto de las mujeres:

Tal día como hoy, 25 de Noviembre, nosotras, las madres del futuro, las mujeres del mundo, queremos denunciar la violencia que está a la orden del día.
Queremos ser respetadas y poder hablar cuando nos venga en gana, queremos poder salir a la calle y gritar que por ser mujeres, no dejamos de ser iguales a todos los hombres.
Deseamos tener un trabajo digno, poder estudiar y hacer de nuestra vida lo que nosotras decidamos.
Porque ser mujer es algo único, poder crear un ser dentro de ti, conocer los secretos más encerrados de tu cuerpo...
Para que en un futuro, nuestras hijas puedan ser mujeres dignas, mujeres que no tengan que depender de un hombre, que puedan vivir libremente su vida.
El hombre que agrede física o psicológicamente a una mujer, no es un hombre, no... ¡ES UN ANIMAL!
¿Para qué nos dieron la inteligencia y la razón? No es necesario pegar, es necesario hablar, cosa que ya no se hace.

Hombres del mundo, daos cuenta de que las mujeres no están para serviros, que no somos objeto de nadie, que queremos ser libres. Daos cuenta de que queremos maquillarnos, vestirnos como queramos, poder tener nuestras ideas.
El día que la mujer pueda opinar a su gusto sin recibir golpes ni insultos, el día que podamos caminar sin estar cabizbajas, el día que no tengamos que ser siervas de un hombre, el día que un hombre no se crea superior a nosotras, que sea consciente de que ambos somos iguales, ese día, se nos podrá llamar MUJERES.
Azahara Hens

Manifiesto de los hombres:

Nosotros, los hombres del mundo entero, en primer lugar, pedimos perdón por lo que está pasando. Lo sentimos mucho.
Vamos a hacer todo lo posible por nuestra parte para erradicar la violencia de género, lo cual consideramos un acto inhumano. Para ello, nos comprometemos a tratar a todos por igual, ya sea mujer u hombre.
Por consiguiente, prometemos respetar más a las mujeres, quererlas y amarlas, y tratarlas como a iguales, y bajo ningún pretexto golpearlas ni ejercer sobre ellas ningún tipo de maltrato psicológico. No nos creeremos mejores que ellas, ni con derecho a dirigir su vida. Esto será algo que evitaremos cueste lo que cueste, pues es ahí donde se crea el problema.

Por último, intentaremos eliminar las diferencias sociales que existen entre hombres y mujeres, siendo estas las verdaderas causas de la violencia, el comienzo de todo lo demás.
He aquí nuestro compromiso, el cual cumpliremos para eliminar por fin de todo el mundo la violencia de género.
Rafa Leal



jueves, 26 de noviembre de 2009

martes, 24 de noviembre de 2009

Autobiografía de un archivador de clase


El ejercicio consiste en escribir como si fueras un cuaderno de clase intentando percibir sensaciones
Este es el resultado

Soy un archivador

Soy un archivador, tengo cuatro anillas y soy de color verde, mis hojas son de pequeños cuadros con dos márgenes. Tengo tres apartados llamados Lengua, Matemáticas y Naturales. No me divierto mucho porque se pasan todos los días escribiendo sobre mí. Me gusta que me traten bien, que me subrayen los títulos y queme pongan colores brillantes porque se me alegran las hojas. No me gusta que me aprieten al escribir porque mis hojas son finas y sencillas como cabellos de cristal. Mis hojas son blancas como la nieve y no me gusta queme ensucien, ni que me arruguen.
Cuando la profesora me lleva de paseo a su casa me siento bien, pero cuando empieza a corregir me pinta mis hojas de rojo y me da tristeza porque estropea mi presentación. Me gusta que me dibujen para darme alguna vidilla y sensación de alegría. Mi dueño me trata a veces bien y a veces mal, pero me tengo que aguantar. Cada cierto tiempo tengo que cambiar mis hojas porque mi dueño escribe tanto que se me van agotando. Soy de color verde pero me encanta que me pinten. 3º A

lunes, 23 de noviembre de 2009

Romanticismo

La actividad consiste en crear un texto aplicando todas las características del Romanticismo que hemos trabajado en clase: ambientación, temas, personajes, estilo…


Este es el resultado


Duelo a la luz de la luna

Aquella noche no era una noche cualquiera. Aquella noche se percibía algo extraño en el ambiente. Se predecía una muerte. El viento silbaba fuerte entre los lejanos árboles del cementerio. La luna inundaba con su luz toda la explanada. Se podía ver la silueta del pueblo a lo lejos, en el horizonte. La noche era propicia para un duelo.

13 de Septiembre. Hoy. El mismo día en el cual, hace un año, dos amigos dejaron de serlo, dos amigos se juraron mutuamente que alguno de los dos daría muerte al otro. Hoy debía cumplirse el juramento.

Espero. Espero en este lugar donde me di cita con mi amigo, esta explanada que será testigo de una muerte. Espero. Pero él no aparece. Espero, Y, poco a poco, se empiezan a oír pisadas. Alguien avanza lentamente hacia mí. Empiezo a distinguir una silueta. Ahí está. Mi amigo. Mi enemigo. Aquel que debía matarme o morir.

Se para. Ahora le veo perfectamente. Nos miramos. Ninguno dice nada. Y la noche sigue reclamando esa muerte que parece esperar desde hace mucho tiempo. Todo en el ambiente parece estar pidiendo a gritos esa muerte. El paisaje tiene un toque fantasmal y misterioso. Todo a nuestro alrededor pide un duelo, un duelo a vida o muerte.
El viento cesa. Y todo comienza. Desenvainamos nuestras espadas y nos lanzamos el uno contra el otro. Nuestros metales se encuentran. Parecen haber ansiado este momento durante mucho tiempo. Los golpes mortales se suceden uno tras otro. El ruido que producen las espadas al chocar inunda la noche. Golpes y más golpes. El duelo no termina. Seguimos luchando…

Y de repente, un grito. Y silencio.

Nuestras espadas han dejado de chocar. Escucho los gemidos de dolor de mi amigo. No puedo creerlo. Miro la hoja de mi espada a la luz de la luna, y la veo teñida de sangre. Más gemidos. Miro a mi amigo. Está muriéndose poco a poco. Su sangre se va expandiendo a su alrededor, brotando de la estocada de mi espada en su costado. Ya dejó de gemir. Ha muerto. Finalmente, uno de los dos murió. El juramento está cumplido.


El viento comienza a soplar de nuevo. Mucho más fuerte que antes. Siento frío. Mucho frío. Y miedo. Miro a mi alrededor asustado. Hay algo extraño. Una luz ilumina el lugar, proveniente del cementerio. Las almas de los muertos reclaman el alma de mi amigo. Oigo ruidos extraños. Son las voces de los que ya murieron. Pero no llaman a mi amigo. Me llaman a mí. No están buscando el alma de mi amigo, sino que buscan mi alma. Es imposible. No puedo creer lo que esta pasando. No quiero creerlo. Más miedo. Escucho las voces, cada vez más cerca de mí. Y mi conciencia ahora me repite una y otra vez mi crimen. Ahora me doy cuenta de a quién he matado. Mi amigo. Mi amigo yace muerto a mi lado. Y lo he matado yo. ¿Por qué? ¿Por qué lo hice? ¿Qué me llevo a hacerlo? ¿Por qué? Enloquezco. Y en ese instante en el que enloquezco, cojo del suelo la espada de mi amigo y, concediéndome mi último pensamiento a arrepentirme de lo que había hecho, clavo la espada en mi pecho. Me iré con mi amigo. Adiós mundo. Adiós.

Rafael Leal 4º A